Todos estos problemas son causados por un sinfín de políticas económicas erradas, sean estas fruto de la incapacidad o la mala fe de los gobernantes de turno
Hoy me he demorado en escribir mi artículo de opinión semanal motivado por varias razones: la primera, una gripe decembrina que me persigue ineluctablemente todos los años por esta época. Las razones subsiguientes tienen que ver con las tragedias cotidianas que nos toca vivir a los ciudadanos de a pie. Para desayunar tuve que sufrir una cola de por lo menos una hora. Invertí otra hora más para comprar unos enlatados y rematé con más de una hora para comprar 2 barras de pan. Todas estas vicisitudes debido a la crisis de los sistemas electrónicos para el pago con tarjetas, porque el dinero en efectivo parece haber sido sacralizado.
La verdad es que todas estas tragedias, al igual que a todos los venezolanos, me mantienen en un estado de molestia con “erres” intermedias… “irritado”, por decir lo menos. Mi acercamiento al área económica me permite conocer que todos estos problemas son causados por un sinfín de políticas económicas erradas, sean estas fruto de la incapacidad o la mala fe de los gobernantes de turno y la realidad es que, en las épocas de crisis siempre hay algunos que se hacen multimillonarios y más si cuentan con los favores de un gobierno omnipotente y omnipresente como el venezolano, que controla hasta el movimiento de las hojas de los arboles.
Cuando anunciaron el último sistema de precios para la moneda extranjera, yo pregunté: ¿eliminaran el renglón de la divisa subsidiada? Cuando me respondieron que no, les repliqué que ese seguirá siendo el desaguadero para la corrupción y no como vocifera el gobierno que será para beneficiar a la gente pobre. A partir de allí me puse a echar unos números que hoy se refuerzan con lo que está ocurriendo: supongamos que usted o yo sea uno de los protegidos del gobierno, con una módica inversión de 10 millones de bolívares puede adquirir 1 millón de dólares a través del sistema de Divisas Protegidas (Dipro), luego concurre al mercado alternativo, lo vende y obtiene, aproximadamente, 4 mil millones de bolívares.
Les pido que reflexionen conmigo sobre el barril de pólvora en el cual estamos sentados y la escandalosa estafa que esto representa para el pueblo venezolano. Siguiendo con el ejemplo anterior: el millón de dólares inicial, por arte de magia financiera, se transformó en 400 millones de dólares. Este ciclo podrían repetirlo indefinidamente, hasta lograr convertir al “ceniciento” pobre de solemnidad en un potentado que podría pasar a disputarle a Bill Gates el primer lugar de los millonarios del mundo. Concluyo preguntando: ¿hasta cuándo los venezolanos aguantaremos esta descarada orgía?
Noel Álvarez
@alvareznv