El pasado miércoles se cumplieron 78 años de una jornada funesta llevada a cabo por la Alemania nazi en contra de los judíos
El 9 de noviembre de 1938, los nazis desataron una muy bien planificada ola de odio, de terror y violencia contra la comunidad judía en toda Alemania, llamada “Kristallancht”, que en alemán significa “Noche de los Cristales”. Fue el nombre que se le dio a una de las más funestas noches que la humanidad haya vivido, conocido y ha podido recordar, pues en esa trágica fecha hubo más que vidrios rotos, ya que tropas de asaltos y ciudadanos comunes, muy bien instruidos, saquearon hogares y comercios judíos en decenas de ciudades alemanas, que con mazos destruyeron casas, edificios, sinagogas; y con porras y otros instrumentos golpearon a inocentes personas, que tenían como único delito ser judío y contribuir con su esfuerzo creador de trabajo al desarrollo y progreso de Alemania. Esa funesta noche del 9 de noviembre de 1938 dio inicio a la gran persecución del pueblo judío, en Alemania, Viena, Austria, donde el odio, el resentimiento, el racismo, el fundamentalismo y la violencia de los seguidores del criminal Adolf Hitler, destruyeron alrededor de 1.500 sinagogas, centenares de cementerios judíos y más de 7.000 negocios y más de 30.000 personas fueron detenidas, abriéndose de esa manera las puertas a los campos de concentración y exterminio donde murieron más de 6 millones de judíos. La razón motivadora tomada por los vándalos que rompieron vidrios y generaron muertes, se debió a más que una represalia por el asesinato de un funcionario de la embajada almena en París, de nombre Ernst vom Rath, de manos de Herschel Grynszpan, un judío polaco de 17 años, el 7 de noviembre de 1938. El hecho se convirtió en una buena excusa para exterminar a la comunidad judía dentro del Tercer Reich. El Ministro de Propaganda nazi, Joseph Göbbels, tomó el asesinato del joven Von Rath como el mejor de los motivos para dar el preanuncio de las atrocidades de El Holocausto. El 9 de noviembre, hace casi ocho décadas de ese funesto y trágico acontecimiento que la humanidad no debe olvidar. Por el contrario, debe recordarlo siempre como una extraordinaria reflexión, para que nunca jamás vuelvan a suceder tales actos de odio, de rencor y terrorismo contra los seres humanos.
Esa noche, la de los cristales rotos, se cometieron, agraviamientos, humillaciones, abusos, ofensas, violaciones, maltratos, delitos y muerte, entre otras tantas barbaridades, y que por la falta de información, por un lado y por razones e intereses fundamentalistas por la otra, la humanidad no le dio, ni le ha dado la importancia a ese hecho histórico, político, religioso, social, cultural y económico, que tuvo y tiene esa noche y las muchas otras noches después, en las cuales miles de miles de familias judías sufrieron persecución y muertes, por el solo hecho de defender y practicar sus principios religiosos y ciudadanos, como forma y manera de ser el pueblo escogido por Dios. Kristallnacht, fue la noche de los odios, de los rencores, de los resentimientos y de la violencia, que no solo rompieron los cristales del corazón del pueblo judío, sino los de la humanidad. Por eso hoy cuando recordamos esa deplorable noche de odio y violencia, de los cristales rotos, solo nos queda recoger esos vidrios rotos por la animadversión y el terrorismo, y convertirlos en permanentes vidrios de amor y paz para bien de nuestro corazón y el bien del corazón de la humanidad.
Levy Benshimol