No solo se trata de terminar con las calamidades actuales, productos de la acción de un gobierno ignorante, autoritario y codicioso, sino de evitar situaciones similares en el futuro
Vuelvo sobre un tema que ha sido propuesto por prácticamente todo el mundo, el ámbito internacional incluido, pero que al parecer no será alcanzado con facilidad. Pareciera que gente importante del lado gubernamental y del lado de la MUD, los polarizados que han secuestrado la política y marginado a millones de venezolanos, no existe real interés en el mismo sino continuar haciendo la politiquería barata a la cual nos tienen acostumbrados. Mientras tanto, la gente, ese pueblo que tanto menciona la chavequería, disfruta del gobierno que les ha dado “la mayor suma de felicidad posible”.
El diálogo habría que hacerlo sobre temas fundamentales para la nación venezolana. No solo se trata de terminar con las calamidades actuales, productos de la acción de un gobierno ignorante, autoritario y codicioso, sino de evitar situaciones similares en el futuro, que de paso, no es primera vez que ocurren, como quiere hacer creer la MUD. Desean olvidar los 400 mil millones de dólares que ingresaron entre principios de los setenta y principios de los ochenta; el despilfarro y la corrupción habidos durante ese lapso, los 12 apóstoles de Carlos Andrés, la devaluación (viernes negro) de Luis Herrera, el control de cambios con el Recadi de cambio doble lusinchista, el Caracazo y la inconstitucional destitución de CAP, apoyada por todos ellos.
Repetiré hasta el cansancio, que nuestros problemas, generados a partir de 1958 con la caída de Marcos Pérez Jiménez y la llegada de Betancourt, no se resolvieron con la destitución de Carlos Andrés, ni con la victoria de Caldera sobre adecos y copeyanos, ni tampoco con el triunfo electoral de Chávez en 1998. Hoy podemos decir con toda propiedad que esos problemas no se resolverán con la salida de Maduro, pues el modelo rentista petrolero y minero, que se basa en repartir mendrugos de esa gigantesca renta para mantener relativamente tranquila a una población mantenida en la miseria y la ignorancia, ha demostrado su fracaso ya en dos claras ocasiones, a la vez de ser totalmente inoperante en sacar a Venezuela del subdesarrollo.
He tocado en artículos anteriores en diferentes medios, la necesidad de tener una población calificada, capaz de desempeñar trabajo formal de elevado nivel, sustentable y bien remunerado, y así abandonar el trabajo precario actual del cual parecieran estar orgullosos el gobierno chaveco actual, así como el adeco del pasado. La imagen del “Juan Bimba” adeco tiene que dejar de gravitar sobre la concepción que se tiene del pueblo, y para ello la educación formal, en escuelas y fábricas, e informal a través de todos los medios es fundamental.
Otro tanto es el necesario desarrollo de la ciencia y la tecnología nacionales, pendiente desde hace casi 60 años y que hay que acometer con urgencia.
Luis Fuenmayor Toro